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Mochilas de montaña: Guía definitiva (elige la mejor)

Debido a la variedad de tamaños, formas, portamateriales y enganches, elegir una mochila de montaña no es tarea fácil. Con este artículo intentaremos ayudarte en tu elección.

Llevarás tu mochila de montaña pegada a la espalda, cargándola con tus hombros por decenas de kilómetros, bajo el sol o quizá algo de lluvia, acarreando con ella las cosas que te mantendrán protegido —carpa, ropa, saco de dormir— y con vida —agua, comida— en tu paseo por la naturaleza.

Una mala mochila, lo mismo una que no está preparada para una exigencia como esa, se parecerá más a una herramienta de tortura que a un práctico utensilio para ascender a la montaña.

Antes de elgir una mochila

Vamos a comenzar con una norma general que en tiempos de búsqueda de la ligereza no siempre es respetada, lo que puede traernos serios problemas en la montaña:

  • Primero determinaremos la actividad que vamos a realizar (duración, mayor o menor tecnicidad, lugar y época del año, etc)
  • Después decidiremos qué material es el indispensable para realizarla, tanto el técnico como el de precaución (siempre debemos llevar una prenda de abrigo y otra impermeable, sea cual sea la época, etc)
  • Finalmente, elegiremos la mochila más adecuada a la actividad que vamos a realizar y que nos permita portear ese material.

No recomendamos, por el riesgo que implica, realizar la elección al revés (algo por desgracia bastante común): elegir una mochila pequeña y ligera, para ir cómodos y con poco peso, e introducir solo lo que cabe en ella, dejando fuera cosas esenciales para la práctica segura de la montaña.

El caso contrario tampoco es recomendable: llenar la mochila de cosas que no vamos a necesitar, por tener espacio disponible.

De esto puede deducirse que una mochila para todo no existe. Las de similar capacidad, aunque estén diseñadas para algo en concreto, suelen ser polivalente, pero se entiende que no se necesita la misma para salir a correr por montaña 2 horas que para realizar una norte alpina invernal con vivac incluido.

Algo parecido ocurre con el peso. Al elegir una mochila, hay que intentar que la mochila sea lo más ligera posible, pero si esto afecta al diseño de cinturón lumbar, respaldo y tirantes, es contraproducente: el peso en una mochila de carga bien diseñada se distribuye y se siente mucho menos; el peso en una mochila mal diseñada, o en la que por su ligereza se ha escatimado en el cinturón lumbar y tirantes, se sentirá más, nos desequilibrará, y al final nos parecerá que llevamos más peso que en la otra.

Cada gramo cuenta, pero el peso tiene que disminuir por ligereza de materiales, etc, no por recortes estructurales.

Mochilas de montaña: Guía definitiva (elige la mejor)

6. Principales características a tener en cuenta a la hora de elegir

1. Talla de la mochila

Conociendo la importancia de que el diseño del cinturón lumbar, los tirantes y el respaldo ajusten perfectamente a nuestra anatomía, es lógico pensar que no todas las mochilas encajarán igual en todos los cuerpos, y que por tanto habrá tallas.

Cuando hablamos de tallas, no hablamos de la capacidad y volumen de carga de la mochila, sino de la anatomía del respaldo.

La talla, normalmente, se refiere a la longitud de la espalda, pero afecta proporcionalmente a la anchura y, lo que es más importante, a la longitud del cinturón lumbar.

Si no te cierra bien, puede afectar mucho tu experiencia, transformándola en una muy mala.

No todas las mochilas tienen talla: es probable que no la encontremos en las de menos de 30 litros; en algunas muy técnicas, mientras que en las de mayor capacidad de carga, en algunos casos encontraremos respaldos de mochila regulables que permiten ser adaptados a las diferentes tallas.

Cada marca tiene su tabla de tallas —casi siempre dividida en S, M, L o XL—, pero para conocer con certeza cuál es la de uno, hay que hacer una medición de la longitud del torso.

Esto se hace por la espalda y consiste en ubicar la vértebra C7: el hueso que sobresale en el cuello al mirar hacia abajo y la cresta ilíaca: la parte superior del hueso de la cadera. Con la ayuda de otra persona y una huincha, se mide la distancia entre un punto y otro, y esa cifra servirá para saber la talla.

Vulcano Expediciones Mochilas de montaña: Guía definitiva (elige la mejor)
Infográfica hecha por La Tercera

Por lo general, aunque siempre de forma aproximada, la talla S de hombres va entre los 40 y los 46 cm de torso; la M entre los 46 y los 53 cm; la L entre los 53 y 58 cm; y la XL de 58 cm en adelante.

En las mujeres, la XS va entre los 33 y los 40 cm; la S entre los 40 y los 46 cm; la M entre los 46 y los 51 cm; y la L de los 51 cm en adelante.

Saber eso es esencial, si la mochila te queda grande o chica el peso no se distribuirá bien, lo que producirá incomodidades permanentes e incluso lesiones.

2. Litros de capacidad

La principal información que traen las mochilas, incluso las que se usan para ir al colegio, es su litraje. O sea, el volumen que es capaz de llevar dentro. Una clásica mochila Jansport, por ejemplo, tiene 26 litros de capacidad. Las de trekking suelen ir desde los 35 litros en adelante, mientras que las de alta montaña pueden superar los 80 litros.

Mochilas de menos de 20 litros

salvo cuestiones específicas (trail running, etc.), podremos usarlas para senderismo de verano, etc, ya que su capacidad de carga es muy pequeña. Pueden no llevar cinturón, ya que cabe muy poco peso en ellas.

No son recomendadas para montañismo por su escasa capacidad. (Es una de esas ocasiones en las que una capacidad menor de lo necesario puede hacernos olvidar de materiales básicos).

Aquí también incluimos las Daypack, que son mochilas que combinan el uso urbano con las salidas cortas de día en montaña. Como también son muy útiles como equipaje de mano, etc, son muy útiles y polivalentes.

Mochilas de 20-35 litros

Adecuadas para salidas de día, especialmente en estaciones en las que no hay que cargar con excesiva ropa de abrigo. Son las mochilas de día polivalentes por antonomasia. El cinturón es ligero, ya que la carga que soportamos es aún poca.

Mochilas de 40-65 litros

Son las mochilas más usadas. El cinturón empieza a ser importante (excepto en algunos casos alpinos, como veremos más adelante). Bien aprovechadas, históricamente servían para actividades con noche, o travesías largas si son por refugios y no necesitamos llevar un saco de dormir grueso, etc.

En los últimos años, con los avances en material, que han afectado y mucho al volumen y peso del mismo, este tipo de mochilas, sobre todo las más cercanas a 50-55-60 litros, son perfectamente capaces de llevar sacos de dormir de buena capacidad calorífica, hornillos, ropa de abrigo, etc.

Por ejemplo, un hornillo con menaje actual puede ocupar y pesar menos de 1 cuarta parte que hace 2 décadas. Y lo mismo con los sacos, tiendas y ropa ultraligera, etc. Así que, en este momento, son las más usadas para cualquier tipo de travesía.

Muy polivalentes. Aunque no sean específicas para ello, nos serviría, ajustando las cinchas al volumen interior¹, para salidas de 1 día, y son buenas para la gran mayoría del resto de actividades que podamos realizar en montaña.

Es fundamental el uso de las cintas laterales de compresión en cualquier mochila. De esa manera adaptamos la capacidad a la cantidad de carga que llevamos, evitando que se mueva y nos desequilibre. De esta manera, podemos llevar con seguridad una mochila a media carga.

Mochilas de más de 65 litros

Son las mochilas de carga. Pueden ser de hasta 100 litros. Para grandes travesías, aproximaciones a campo base, etc. Sus respaldos, bastidores y cinturones lumbares están sobredimensionados, y permiten llevar la carga con comodidad y minimizar la sensación de peso.

Como decíamos, hace unos años eran las usadas en travesías de varios días en autosuficiencia, pero hoy en día, en muchos casos, con una mochila entre 45-65 litros podremos arreglarnos…aunque en otros no.

No olvidemos tener siempre en cuenta la regla general: elegiremos las mochilas entre 45-65 litros para travesías si cabe todo lo que necesitamos; sino, una de carga. Nunca abandonar cosas necesarias por el volumen de la mochila…y nunca cargar con más cosas de las necesarias porque aún tengamos sitio en ella.

3. Mochila de hombre vs de mujer

Puesto que buena parte de la carga recae sobre el cinturón lumbar, que tiene que envolver muy bien nuestra anatomía, las marcas fabrican modelos de mujer y de hombre.

Las principales diferencias entre ambos son:

  • El cinturón lumbar, en los modelos para mujer, suele ser algo más ancho y tiene un cierto ángulo para que apoye naturalmente en las caderas más curvadas.
  • En las mochilas de mujer los tirantes se desplazan de forma más oblicua, de forma que evitan el pecho.
  • La mochilas de montaña de mujer suelen ser algo más cortas, ya que habitualmente en la anatomía femenina la cadera está situada más alta.
  • En las hombreras es donde también se suelen diferenciar las mochilas para hombres con las de mujeres. En las primeras estás son más rectas, mientras que en las segundas tienen una ligera curvatura que se adapta mejor al volumen del pecho.
  • La pechera o correa del pecho —que une ambas hombreras— en las mujeres está un poco más alta que en los hombres.

4. Compartimientos de la mochila de montaña

Es importante que la mochila cuente con diferentes espacios. Cuando estés eligiendo una mochila, piensa:

  • ¿cuenta con un lugar para dejar el botiquín de tal modo que sea de fácil acceso?
  • ¿Tiene un espacio para el kit de baño, la linterna frontal, la brújula y otros implementos de este estilo?
  • ¿Cuenta con cierres para guardar alguna comida energética que vayas a usar durante la marcha?
  • ¿Tiene al menos un espacio al costado para llevar una botella?
  • ¿hay un acceso rápido a la parte baja de la mochila o al interior por sus costados o sólo puedo llegar a la carga que está al fondo por arriba?

Si lo mío es el montañismo técnico:

  • ¿tengo donde sujetar un piolet, donde guardar los crampones o poner los skis?

Ante todo, la mochila tiene que ser útil, fácil de usar. Entonces: es importante que podamos acceder a nuestro equipamiento de manera rápida, y para esto es clave la organización y los cierres de acceso frontal, inferior y superior.

5. Arnés de la mochila

El arnés es toda la parte de la mochila que se aferra al cuerpo y es el que cambia de tamaño según la talla. Este se divide en tres secciones: espaldar o espaldera, riñonera o cinturón lumbar, y las correas de los hombros u hombreras.

Revisar la calidad y características de cada una de estas zonas es fundamental para hacerse de una mochila funcional y duradera. No es una inversión menor, pero en la montaña lo barato puede salirte caro, si compras bien, será un equipo que durará mucho tiempo. Yo a mi mochila no la he cambiado nunca”.

El arnés siempre será importante pero en nuestra geografía e infraestructura, se hace todavía más esencial. En otros países con más cultura de montaña, los caminos te dejan más cerca del ascenso.

En los Andes, en cambio, las aproximaciones son súper largas y la caminata previa a la ascensión es más larga. Por eso un arnés cómodo, ventilado y resistente es fundamental.

Para no dañarse las caderas con el roce, el cinturón lumbar o riñonera debe ser bien acolchado. El 70 u 80% del peso se carga ahí.

Que sea fácil de ajustar, para que pueda ir más o menos apretado según la ropa que se lleva puesta, que tenga un broche central grande, para que dure más tiempo y se pueda manipular con guantes, bolsillos externos en los cuales guardar cosas de uso permanente, como protector labial, lentes, filtro solar o el teléfono.

En el espaldar o espaldera hay que privilegiar las telas respirables, que permitan que el sudor se evapore y que la espalda se mantenga ventilada. En este caso, que sea cómoda no significa que sea blanda, debe ser robusta, ya que así mantendrá la forma por más tiempo.

Las buenas espalderas, están hechas con estructuras rígidas, unas varillas firmes (aunque flexibles) que luego se cubren con plástico termoformado y espuma, la que genera un diseño cómodo pero irregular que permite que no todo el material esté en contacto con la espalda y que el aire circule a través de ella.

Las hombreras, por último, deben ser bien acolchadas pero tampoco muy blandas, ojalá robustas y que tengan dos sistemas de regulación: uno en la parte baja y otra en la parte superior .

Esas correas permiten tirar el peso de la mochila para adelante, para balancearlo hacia la espalda.

6. Adicional: Tecnología

Puede ser un plus considerar la tecnología especial aplicada a las mochilas de montaña. Por ejemplo, repelencia al agua o ya, derechamente, una capa de tela impermeable. Si la mochila que estás contemplando para comprar no cuenta con esto, asegúrate de que al menos venga con una bolsa protectora para la lluvia. 

Además, hay mochilas con telas reflectantes para la oscuridad. Cuando se trata de marchar de noche o intentar una cumbre en la madrugada, estos detalles se valoran mucho. 

También, hoy en día casi todas las mochilas de trekking vienen con un sistema para poder beber agua desde una bolsa de hidratación (tipo Camelbak), lo que permite que estés hidratándote continuamente, sin tener que parar para sacar una botella de agua cada vez.

Partes de una mochila

1. El cinturón lumbar

De forma errónea, muchas personas piensan que la carga de una mochila se sostiene sobre los hombros. No es así: al menos entre el 75 y el 85 por ciento de la misma debe recaer en el cinturón.

Por eso su diseño tiene que adaptarse muy bien a nuestra anatomía, y no debe escatimarse en su construcción. Un cinturón de poca sujeción, o que no ajuste como debe, nos hará cansarnos mucho más, perderemos seguridad, equilibrio, y nuestra espalda sufrirá innecesariamente.

Las mochilas muy pequeñas, tanto de montaña como de trail running, prescinden del cinturón porque están preparadas para llevar apenas 2-3 kilos y no es necesario. Pero no debemos cargarlas más, porque no están preparadas para ello.

2. Tirantes

Tienen que ser anatómicos, adaptándose a nuestro cuerpo.

Con los nuevos diseños, y con los nuevos materiales de alta densidad, se ha conseguido la misma comodidad con menor volumen que el de las mochilas antiguas.

De esta forma, los tirantes no impiden los movimientos más atléticos. Normalmente, cuánta mayor sea la capacidad de la mochila (y por tanto, el peso que puede acarrearse con ella), más acolchados y voluminosos serán.

3. Respaldo y bastidor

Es fundamental. También cumple su función de sujeción de carga, así como de comodidad y protección. Aporta la rigidez necesaria al sistema para que la carga no se mueva y la mochila sea firme, además de proteger nuestra espalda tanto sujetándola como evitando que los objetos se claven en ella. Muchos modelos incorporan un bastidor rígido.

Uno de los problemas tradicionales de los respaldos radica en el calor y sudor que provocan. Los diseños aireados de los últimos tiempos minimizan este problema, ya que todas las mochilas de calidad incorporan canales de ventilación y están confeccionadas con materiales que absorben el sudor.

El óptimo se consigue con los modelos con espacio tras el respaldo, sistema que inventó Deuter con su Aircontact, y que también podemos encontrar en Lowe Alpine (Airzone) y otras marcas, que separan la espalda de la mochila, evitando totalmente el contacto y permitiendo la completa circulación de aire.

Las correas de ajuste de la mochila

Las correas de ajuste son elementos clave porque te van a permitir lograr una buena distribución del peso total de la mochila de trekking.

Tenemos, por un lado, las tiras de ajuste dorsal, que sirven para adaptar la mochila a la longitud del tronco de quien la va a ocupar. Si esta regulación no está bien hecha, lo más probable es que te sobrecargues los hombros. 

También están las tiras estabilizadoras superiores. Están generalmente al nivel del cuello y encima de la hebilla de la hombrera y su finalidad es permitir principalmente que la mochila se quede siempre cerca de la espalda, manteniendo un centro de gravedad cómodo. 

Las hombreras, en tanto, son el sostenedor y estabilizador principal de toda la carga que llevas. Estarán bien reguladas cuando sientas que la mochila no te queda como un saco que se te va cayendo.

Todo esto no serviría de mucho si tu mochila no cuenta con una buena riñonera. Esta pieza es más que fundamental, porque permite llevar el peso de la mochila a la zona de las caderas.

Es imprescindible que recuerdes que idealmente el 80% peso total debe ser sostenido por las caderas y no por tu espalda u hombros. Solo de esta manera conseguirás avanzar “lento, pero más cómodo”.

Cómo organizar la carga de tu mochila de montaña

1. ¿Cuánto debo cargar?

En adultos se recomienda no cargar más de 1/3 de nuestro peso corporal. Por ejemplo, si pesas 80 kg, el peso a cargar no debería superar los 26 kg. Si pesas 60 kg, la mochila no debe pesar más de 20 kg. En niños el peso ha de ser un 10% de su peso corporal.

Ojo: algunas mochilas muy robustas son de por sí ya muy pesadas, por su fuerte armazón. Un ejemplo es la Prophet 100 de The North Face, que en su talla L (en el modelo de 100 L) pesa casi 2,5 kg (estando vacía).

2. La disposición de todo en la mochila

Una vez que ya tienes definido qué es lo que cargarás en tu equipamiento (puedes desplegarlo, por ejemplo, en el suelo antes de salir de excursión, para tenerlo todo a la vista), tienes que ocuparte de organizarlo bien: El orden es la clave del éxito. 

Puedes partir, por ejemplo, agrupando algunas cosas: kit de noche (colchoneta + aislante + saco de dormir), kit de comida (anafe + gas + comidas), kit de ropa (primeras capas + abrigo + guantes + gorro), etc.

Luego, viene la disposición de todo ello dentro de la mochila de un modo organizado: no es llegar y meter a ciegas. 

La finalidad de este esfuerzo es mantener un equilibrio y lograr un balance para el óptimo desempeño de la actividad física que se prolongará durante horas.

Una mochila organizada y bien distribuida favorece la irrigación, la ventilación y evita puntos de dolor o fatiga muscular por presión.

Es importante que la mayor cantidad de peso vaya apegado a la espalda y en la parte media alta de nuestra mochila.

Lo liviano y voluminoso -como el saco de dormir- junto a la ropa deberían ir en la parte baja, entregando estructura a la mochila; luego agregaremos los elementos más pesados, para dejar en la parte de arriba lo que vayas a necesitar sacar más fácilmente, como por ejemplo, el kit de primeros auxilios, el cortaviento, el agua y la “ración de marcha”.

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Infográfica hecha por Andesgear.cl

Estas indicaciones no son nada de antojadizas, porque si el punto de gravedad está desplazado por fuera de la línea de los pies, tendrás que tomar una postura muy inclinada hacia adelante y entonces se te clavarán los tirantes en los hombros, lo que causará que inevitablemente se tensen los músculos de la espalda y la sensación de fatiga se hará notar más rápido.

Otro punto a considerar es el preformado de la estructura lumbar de la mochila: no olvides que nuestra columna es una estructura perfecta y, a la vez, compleja, y para funcionar correctamente las vértebras deben mantener la curvatura normal. 

Este principio es el que siguen las mochilas de buena calidad, pudiendo incluso termo-moldear nuestra mochila, adaptándola al 100% a nuestra estructura corporal. Así es que al momento de invertir en una mochila, mira lo suficiente, pregunta y pruébate hasta el cansancio los distintos modelos disponibles.

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